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Etica al cubo
Por Herschel Greenberg

Lo que diferencia el orden sinfónico del mundo cacofónico de caos, se encuentra en la ética humana, y cualquier sistema que se utilice tiene como objetivo ofrecer orden y armonía en nuestras vidas y en el mundo, aunque éstos, con sus similitudes, tienen distintos fundamentos. Es importante entender la base principal de la ética judía y cómo se diferencia de otras.

Comencemos explicando la base de todos los sistemas de ética. Están invariablemente fundamentados en tres aspectos: intuición, auto-preservación rec íproca y autoridad externa. En términos originales y para inventar una nueva terminología : In-tuición, co-enseñanza o Enseñanza Externa.

Los sistemas cuyo principio es la intuición creen que la ética es innata a la condición humana y al universo; algunos la describen como Ley Natural. Por lo tanto, todo lo que tenemos que hacer es sondear bajo la superficie bloqueando toda la estática externa y distracciones, a fin de hallar el mensaje interior que nos dice cómo vivir de manera armoniosa y significativa.

Lo bello de este sistema de ética es que involucra al individuo. No es superficial ni despótico. La ética no dirige pero se halla en total armonía con nuestro verdadero yo. Vivir con ética libera a la persona en lugar de abrumarla. En este sistema, el comportamiento moral es salvador y no sofocante.

Su posible deficiencia es su subjetividad, porque no puede ser validada por ningún criterio externo.

El aspecto más desconcertante de esta forma de ética, es la casi imposibilidad de discernir entre la voz interior de nuestra conciencia y los puntos de vista absorbidos como resultado de un constante proceso de adoctrinamiento. Cuando expresamos nuestra opinión sobre un aspecto moral, debemos tener mucho cuidado cuando pensamos que está fundamentada en un sentido innato de bien y mal; posiblemente sea producto de un mensaje del medio popular donde fue inculcado a nuestro sistema de creencia, bien sea consciente o subliminalmente. ¿A cuántas horas de adoctrinamiento hemos estado expuestos que pudieron haber moldeado nuestra manera de pensar de una manera totalmente desconectada de toda verdad o conciencia interior?

El segundo fundamento de ciertos sistemas de ética es la idea de que sólo podemos vivir en este planeta cuando nos comportamos éticamente. Por lo tanto, ética se define como un comportamiento que asegura existencia mutua y bienestar. Esta idea de co-enseñanza ha originado conceptos como cooperación y co-existencia, sugiriendo respeto por el otro, lo cual, a su vez, asegura que también seamos respetados. El poder de esta idea radica en que garantiza una conducta apropiada aún cuando los individuos no estén en contacto con su yo o conciencia. Leonard Nimoy frecuentemente decía: "No tenemos que ser espirituales para querer vivir y progresar. Por lo tanto, por el bien de todos, se necesita un sistema de ética que asegure nuestra sobrevivencia".

Pero este sistema tiene sus propios defectos. Intereses egoístas que no pueden soportar esta forma de ética muchas veces ciegan, pudiendo distorsionar nuestro juicio y hacernos pensar que nuestro comportamiento destructivo no será descubierto ni castigado. Además, el solo hecho que un individuo sepa que determinado acto es incorrecto porque es autodestructivo, no garantiza que éste no actúe mal. La Cabalá dice que el estrecho paso entre la mente y el corazón, el cuello, representa la oclusión natural, que automáticamente impide que la percepción de la realidad de la mente descienda o influya en nuestras emociones y actos.

Ni siquiera este tercer sistema puede garantizar el éxito total. Aún dentro de un sistema basado en la creencia de un Creador y Su Revelación, como es el fundamento de casi todos los sistemas de ética religiosos, siempre se puede encontrar una tremenda laguna.

El Talmud cita lo irónico del caso de un ladrón que reza al Todopoderoso parado frente al umbral de la casa donde va a robar. ¿Por qué una persona que tiene fe, evidenciado por el hecho que se detuvo a rezar, actuar í a contrariamente violando la ley? ¿Es un hipócrita? Obviamente que no. Este es un acto de piedad que quiere hacerle creer que no tiene testigos. La única explicación para este comportamiento anormal es que la fe sincera y profunda no necesariamente se traduce en acción, ésta se encuentra en la periferia de nuestra psiquis, mientras que la comprensión, la emoción y la acción constituyen su sustancia interior. La terminología mística lo explica de la manera siguiente: La fe se halla en el centro de nuestras almas, y no necesariamente se manifestará en las capas externas de nuestra personalidad que dirigen nuestras acciones.

Aquí es donde se manifiesta la naturaleza ecléctica del sistema de ética judío. Los tres conceptos se fundamentan en éste. El Judaísmo no nos pide aceptar la realidad de la Torá a ú n cuando parezca desafiar nuestro intelecto, sino que, además, nos exige alimentar la sensibilidad de nuestras almas hacia las Mitzvot (buenas acciones), las cuales no sólo proceden de una fuente Divina Supra-Racional, sino que esta última también está internalizada en nosotros como el centro de nuestra alma.

La ética judía nos ofrece un tercer sistema. El Judaísmo nos exige desarrollar una conciencia social, que nos obliga a actuar éticamente aún cuando no admitamos la voz del Sinai, aunque nuestra alma esté endurecida y no podamos sentir conscientemente su llamado de un mejor comportamiento moral y espiritual. El Judaísmo no se da por vencido, nos ha proporcionado las herramientas para vivir de manera ética, aún cuando nuestra antena no lo capta de forma moral y responsable, porque además nos ha condicionado para ser socialmente conscientes.

Estos tres motores éticos del Judaísmo podrían quizás estar representados por las tres categorías de mandamientos que encontramos en la Torá: Jukim (mandamientos supra-racionales), Edot (testimoniales) y Mishpatim (leyes civiles racionales).

Los Jukim nos mueven hacia la obediencia; los Edot, orientados sentimental y espiritualmente, nutren y elevan nuestra alma y los Mishpatim moldean nuestra conciencia social, y juntos forman un lazo triple difícil de desatar.