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Torá desde Jerusalem



Parashá Beshalaj - Al dejar salir
Libro Shemot / Éxodo (13:17 a 17:16)



Comentario sobre la Parashá


¡Cantaré al Eterno... ! (Shemot 15:1)

El cántico del pueblo de Israel en el Mar Rojo, Shirat Hayam, se convirtió en uno de los símbolos de su historia. La apertura del mar ocurrió en la noche del 21 de Nisán, séptimo día de la salida de Egipto, cuando a medianoche todo un pueblo atravesó entre dos muros de agua y vió cómo los egipcios que los persiguían, perecieron ante sus ojos.

El imperio egipcio tras haber sufrido diez plagas, la última de ellas la muerte de todo primogénito, desde el de la familia del Faraón hasta el del más sencillo esclavo gentil, pues en toda casa hubo muerte, no habiendo transcurrido ni una semana desde este hecho, todo el pueblo egipcio olvidó lo ocurrido y se lanzaron a la persecución de los judíos.

¿Cómo puede ser que el humano pueda olvidar tan rápido? Aún tenían recientes las tumbas, aún no se levantaban del luto, ¡qué ceguera los envolvía! La codicia, la envidia, el odio, la superpotencia, todas esas características "tan" humanas hacen que seamos seres tan pequeños, que a veces da pena pensar en el "homo sapiens".

A veces pensamos que si viviéramos en generaciones como la que salió de Egipto, que vieron revelaciones Divinas diariamente a niveles que ni profetas posteriores pudieron vivir, como dice el Talmud: "Vió la esclava en la apertura del mar lo que no vió Ben Buzi (el profeta)", nuestra creencia sería invulnerable. Sin embargo Rabí Moshé Ben Maimón "Rambam" nos indica que todos los milagros que realizó el Todopoderoso no los hizo para incrementar nuestra creencia sino por necesidad, ya que todo el que cree en Di-s por Sus milagros, su creencia es falsa.

Los milagros tienen un efecto emocional temporal por lo que su duración depende del tiempo, mientras que la creencia basada en el conocimiento es una creencia verdadera y eterna. La Torá nos obliga al conocimiento: "Dah et Hashem Elokeja", conoce al Todopoderoso o cuando nuestros sabios de la Mishná nos encomendaron: El estudio de la Torá está considerado como el cumplimiento de todos los preceptos.

"El pueblo del libro" fue el título con el que identificaron a nuestro pueblo por generaciones, tal vez ¿nos habremos convertido en el pueblo del internet o de los emailes? Millones de comentarios en todos los campos y temas fueron escritos por nuestros antepasados, pero la televisión, los videos y juegos electrónicos ocuparon su lugar. Una última encuesta realizada en la zona de Tel Aviv arrojó un resultado que reluce una triste realidad histórica: más del 50% de los estudiantes de bachillerato no conocían quien fue Yaacob Avinu. ¡Nuestro tercer patriarca es desconocido por la mayoría de nuestros jóvenes! El estudio de la Biblia es obligatorio, pero la juventud no lee sino lo que es obligatorio para el bachillerato y, por ejemplo, la historia de Yaacob no está incluída entre los temas obligatorios. Hay quien dijo que un pueblo sin pasado es un pueblo sin futuro. Más triste es quien teniendo un pasado tan rico no lo conoce.

La condición del Shirat Hayam (Cántico por la apertura del mar) es la expresión por los acontecimientos, el saber reconocer, identificar los momentos; la razón de los hechos es lo que hace a un pueblo inteligente. No nos perdamos en el mar de lo desconocido, sino sepamos aprender el por qué de las cosas.

Nos comenta la Torá que tras el cántico de Moshé, salieron Miriam y las mujeres con panderetas, a lo que pregunta Rab Shlomó Ben Iztjak "Rashi" ¿de dónde sacaron las panderetas? A lo que responde: las mujeres concientes de los milagros que haría el Todopoderoso con el pueblo de Israel se prepararon con panderetas para cantar. ¡Qué nivel tan elevado el de nuestras madres, esperando los milagros para poder alabar! No en vano dijeron nuestros Sabios: "Por el mérito de las mujeres piadosas salieron nuestros padres de Egipto".

En estos días tan confusos, donde el qué ocurrirá mañana se convierte en la preocupación de todos nosotros, necesitamos más que nunca de esa fe innata de nuestras madres, junto con la sabiduría y conocimientos de nuestros padres.

Shabat Shalom.

Rab Shlomó Wahnón