Torá desde Jerusalem
Parashá Bejucotai - En Mis leyes
Libro Vayikrá / Levítico (26:3 a 27:34)

“Si en Mis leyes anduviereis...” (Vayikrá 26:3)

En el cumplimiento de la Torá, el fruto es directo, solamente debemos conducirnos en los caminos de la Torá y veremos los resultados de inmediato.  Sin embargo en la crítica y el castigo por la falta del cumplimiento, nos encontramos con un largo proceso de pasos, primero enfermedades (Hashem Yerahem) y solo, si no aprendemos las causas de las desgracias y continuamos con nuestra frialdad de considerarlos como efecto de la casualidad, vendrán las bestias y si no nos sirvió el aviso y continuamos en nuestro despego, hambre... etc., y así continúa en una larga serie de pasos que viene a demostrarnos que no busca Hashem el castigo, sino nuestro arrepentimiento y apartarnos de la obsesión de que todo es “casualidad”.  Qué tan cierto es el dicho de nuestros Sabios: “La vida y la muerte en manos de la lengua”, entre casualidad y causalidad hay solamente el orden de dos letras, dos letras nos cambian totalmente el significado de la vida.

Si nos preguntamos la ya conocida pregunta: ¿Cómo se explica el justo sufrido y el bandido exitoso, si la Torá nos promete un efecto tan directo como se nos relata?  Debemos saber que la Torá esta hablando de la situación del pueblo y no del particular.  La Torá habló de los frutos de la tierra o por lo contrario del hambre, ambos conceptos generales para la comunidad y no directamente al particular sino como efecto de lo general, a lo que cabría entonces considerar la idea de muchos: Si es así diré: Shalom Alejá Nafshí, que tengo que preocuparme por lo general. 

Cierto que no estamos directamente relacionados con nuestros hechos ya que nuestra vida es un eslabón dentro de la gran cadena que comenzó con el primer hombre hasta nuestros días, y nuestro eslabón es la razón de todos los que podrán probablemente continuarnos y decimos, probablemente, que por lo menos en lo espiritual no siempre somos merecedores de la continuación.

Paralelamente a nuestra obligación con nuestro pasado y con nuestro futuro tenemos una obligación con nuestro presente, cuando nuestros Sabios compararon la influencia de nuestros hechos con el ejemplo del pasajero en su camarote en el que se siente con el derecho de hacer lo que le place y no es conciente de que sus hechos influyen a toda la tripulación, pues si su camarote se inunda probablemente se inunde todo el barco.

Si la responsabilidad nos pareciera demasiado pesada, ya que como dijimos el futuro del mundo puede depender de uno mismo, esa es la verdadera sensación que debe sentir la persona.  ¡Qué soy y quién soy para tantísima responsabilidad!.  A lo que nos advirtieron nuestros Sabios que no debemos asustarnos del peso, pues al igual que una llave puede abrir una grandísima y pesada puerta con la única condición de que sea la llave adecuada y estén bien engrasadas las bisagras, asimismo pequeños hechos pueden mover grandes mundos.  “Ábranme el agujero de una aguja y Yo os abriré las puertas del mundo”.

Nuestro potencial es mucho mayor que lo que creemos.  Cuando se quejó el profeta sobre lo grandioso de su misión le respondió Hashem: “No digas niño soy, pues a todo lo que te envié irás y todo lo que te encomendé dirás”.  Asimismo critica el profeta Shmuel al Rey Shaúl y le dice: Mismo si te considera pequeño a tus ojos, jefe de tribu eres y te ungió Hashem como rey.

Shabat Shalom

Rab. Shlomó Wahnón


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