Torá desde Jerusalem
Parashá Ajaré Mot - Después de morir
Libro Vayikrá / Levítico (16:1 a 18:30)

“Dile a Aharón que no entre en cualquier momento al Santuario...” (Vayikrá 16:1)

El comportamiento de Aharon y sus hijos es todo un ejemplo de acato para con la justicia Divina.  Hemos visto en la parashá Sheminí cuando la Torá nos comenta sobre cómo murieron Nadav y Abihu en su deseo de elevar y glorificar la Grandeza Divina.  Al respecto Rashi nos comenta cómo Moshé le expresa a su hermano Aharón sobre la grandeza de sus hijos, quienes han sido protagonistas de un hecho tal envergadura  Moshé tiene claro que no hubiera ocurrido lo mismo si Nadav y Abihu no hubieran sido del nivel necesario para ser reprochados de tal manera por Hashem.

El nivel del reproche depende del nivel del reprochado, tal como dijeron Nuestros Sabios: Hashem es estricto con Sus justos hasta en el más mínimo detalle, cosa que no ocurre con quien se encuentra alejado de El.

Nuestros conceptos de castigo o premio solo se pueden aceptar bajo la limitación intelectual del ser humano, pues si no, cabe aceptar que un padre castigue a su hijo por el mero hecho de castigarlo, ya que sin duda el más castigado sería él mismo.  No queda lugar a duda que lo mismo tenemos que deducir en lo que entendemos como la relación Divina - humana.  No podría existir un castigo como meta pues no llevaría sino a un comportamiento impulsado por el miedo al “ismo”, cosa que no se podrá aceptar como meta en el comportamiento humano, sino un comportamiento incentivado por la verdad y el amor a quien nos exige dicho “comportamiento”.

En cierta ocasión alguien me interrogó sobre la ya conocida pregunta por el Holocausto, el ¿por qué?  Llegando a poner en duda hasta la existencia Divina, hecho que por desgracia golpeó a muchos de nuestros hermanos que totalmente doloridos por el sufrimiento que nuestro pueblo pasó, le tuve que aclarar que ante todo la Justicia Divina está fuera de nuestro alcance y quien intente “culpar” a alguien o a algo, olvida por lo visto el dicho en el Talmud que dijo: “tras la destrucción del Templo no se dio la profecía sino a los niños y a los pocos inteligentes”, por lo que lógicamente no buscaba la explicación de los hechos, sino para consigo mismo, a lo que le comenté: Que sus familiares no fueron llevados como rebaños a la hoguera sino valientemente habían ido acatando la realidad Divina y a la pregunta de cómo grandes Tzadikim habían tenido el mismo fin, le respondí desconocer Sus razones, pero tengo bien claro que el Shemá Israel que más de uno pronunció en aquellos momentos, ha sido imposible escucharlo en otro momento: 

No nos preguntemos ni el por qué, ni ninguna otra pregunta que esté por encima de nuestra capacidad de captar, pero si Aharón fue capaz de aceptar la muerte de sus hijos con el convencimiento de que habían sido elegidos para la enseñanza por la eternidad de la importancia de esos hechos y más en lo que concierne en el comportamiento dentro del Santuario, deberíamos tomar con conciencia el dicho: Kol Man Deabid Rahmaná Letabá abid –Todo lo realizado por Hashem, por bien fue realizado, o como diría Rabi Nahum: “También eso fue por bien”.

Nuestra falta de lógica no nos permite aceptar hechos no entendibles por nuestra mente.  La sencillez, humildad de Aharón son la respuesta a su comportamiento.

El Talmud comenta como Rabí Yohanán iba a la casa de lo enlutados comentándoles que un huesesito que guardaba consigo era lo único que había podido salvar de la trágica muerte de su último y décimo hijo.  Sobre Rabí Yohanán, ejemplo de comportamiento, ¿podríamos sospechar sobre él mismo que fuera castigado con la trágica muerte de sus diez hijos?; sino que Rabí Yohanán iba enseñando a los enlutados cómo hay que aceptar el dictamen Divino, tal como dijeron nuestros Sabios: “Está obligada la persona a bendecir por la desgracia, como bendice por la alegría”. 

Acaso, ¿se puede esperar del humano que se alegre en la desgracia y bendiga con entusiasmo por la misma?  Rabí Yohanán, Rabí Nahum y muchos otros, sí lo han hecho. 

Debemos concluir que la intención de Rabí Yohanán era bien sencilla: así como la gente en alegrías no se pregunta el por qué, sino que lo considera como algo natural, asimismo Rabí Yohanán exigía que la gente no se preguntara sobre el por qué en las desgracias.

Seguramente hay razones por encima de nuestra capacidad de entendimiento y que siempre, sin depender de los casos, Hashem espera de nosotros una mejora en nuestros hechos.

Shabat Shalom

Rab. Shlomó Wahnón


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