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Rosh HaShana



Mensaje del Rab

“Siete días habitaréis en la Sucá para que sepa tu descendencia que en Sucot habitaron los hijos de Israel…”.  ¿Acaso es necesario que nos recuerden la historia después de haber vivido estos días tan inolvidables de Rosh Hashaná, los diez días de Teshuvá y haberlos culminado con el día de Yom Kipur?  Sucot es el símbolo de la bondad, durante cuarenta años el Eterno se preocupó humanamente por todas las necesidades del Pueblo de Israel.  El Midrash nos cuenta cómo la ropa crecía, como iba creciendo la gente, como la nube que acompañaba al Pueblo lavaba y planchaba sus prendas, la Torá nos relata sobre el maná ese tipo de rocío que caía cada mañana, que alimentó tanto a ancianos como a jóvenes y niños, y cada cual saboreaba de él lo que deseaba y no tenía desperdicios, ¡el sueño de la industria alimenticia!. 

La bondad Divina no tiene limites, da más de lo que nosotros queremos recibir.  Él nos quiere dar, tenemos que ser tan solo agradecidos y reconocer la fuente de la bondad, así dijeron nuestros Sabios: Más de lo que quiere la ternera mamar de la vaca, quiere la vaca dar de mamar a la ternera. 

La bondad creó al mundo.  El Talmud relata sobre un gentil que le preguntó a Rabí Akiva si Hashem ama a sus criaturas, a lo que le respondió afirmativamente, como pregunta innecesaria, y continuó preguntando ¿si es así, cómo es que existen pobres en el mundo?, a lo que contestó Rabí Akiva: “¡Más de lo que necesitan los pobres de los ricos, necesitan los ricos de los pobres!”.  Dar es un regalo, pero no olvidemos que la persona en todos los niveles se va encerrando cada vez más en ese círculo íntimo consigo mismo que no le permite sentir la necesidad ajena.  Para nuestros padres un invitado era todo un evento, un acontecimiento deseado, todos querían ayudar y aportar, hasta las alegrías eran compartidas por la gran vecindad, todos colaboraban, quien lo hacía con la cocción de alimentos y quien con los arreglos, y en cambio hoy día nuestros hijos conocen solamente internet, televisión, juegos electrónicos, etc…  ¿Tal vez les estamos evitando poder hacer bondad?

La Sucá como el Maná aparejaba a todos por igual, difícilmente se puede sentir diferencia en una cabaña construida para siete días en el patio de una lujosa vecindad o en la de una residencia obrera.  Durante una semana al año la Torá nos da la oportunidad de sentir la vida de la persona más sencilla, ya que dentro de la obligación de “Siete días habitarás...”, deberá cada uno comer, dormir y en sí todo lo que está acostumbrado hacer en su casa, como dice el lenguaje del Shulján Aruj: Abandonará una persona su casa y habitará en la Sucá.

¡Jag Sameaj!


Rab. Shlomó Wahnón