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Un poco de historia

"Y aconteció en los días del Rey Ajashverosh ..." (Meguilat Esther 1:1)

Hace más de dos milenios, en el año 3392 desde la creación del mundo (368 antes de la Era Común), ascendió al trono de Persia el rey Ajashverosh (Asuero). Este no era el heredero legítimo de la corona pero supo conquistar, no obstante, la admiración del pueblo merced a sus riquezas y a su poderío.

El pueblo de Persia, impresionado ya con sus riquezas, quedó aún más admirado al conocerse su matrimonio con Vashtí.


"En el año tercero de su reinado hizo un banquete ..."
"Y la reina Vashtí se rehusó a venir ..."
(Meguilat Esther 1:3-12)

Debido a su condición de usurpador en el trono, el rey Ajashverosh buscaba constantemente nuevos medios de afianzar su reinado. Uno de los importantes pasos que dió en este sentido fue el de transferir la capital de Babilonia a Shushán.

Aún más importante todavía, fue el banquete real que ofreció al pueblo. Con este banquete comienza la Historia de Purim, ya que el rey, embriagado, comenzó a jactarse de sus riquezas y de la belleza de su esposa. Incitado por la muchedumbre, el rey envió una orden a Vashtí (la reina) a fin de que se presentara en la fiesta. Sin embargo, la reina se negó a ir, argumentado: "¿acaso debe convocarme como una esclava común?", y en forma audaz rehusó cumplir con la orden del rey. Ajashverosh se enfureció y, aconsejado por uno de sus sirvientes (Hamán) mandó ejecutar a Vashtí.


"Había un judío en Shushán ..." (Meguilat Esther 2:5)

Tras la muerte de Vashtí, se comenzó la búsqueda de una nueva reina. En Shushán residía un judío muy piadoso y sabio llamado Mordejai, quien tenía una encantadora y bondadosa sobrina llamada Esther (Hadasa), que había perdido a sus padres y fue adoptada por su tío.

El concurso para reemplazar a Vashtí se prolongó durante varios años. A todas las concursantes les concedieron todos los tratamientos que solicitaron. Tan sólo Esther no exigió nada, y aunque no era la más bella de todas, el rey la prefirió por la gracia que encontró en ella. Cuando Esther supo que era la elegida, de acuerdo al consejo de Mordejai, no reveló su condición de judía, ya que le dijo que mantuviese el secreto hasta que llegara el día en que hubiera necesidad de ponerlo en evidencia.


"En aquellos días... dos chamberlanes del rey... intentaron poner mano sobre el rey ..." (Meguilat Esther 2:21)

Después de que Esther fue elegida como reina de Persia, preguntó al rey por qué no había escogido para sí un consejero judío. El rey replicó que no conocía a ninguna persona digna de recibir ese cargo. Sin embargo, Esther insistió: "He aquí que tienes a Mordejai, sabio, piadoso y leal". Fue así que Mordejai se convirtió en consejero de Ajashverosh.

Cierto día, Mordejai escuchó una conversación entre dos servidores del rey, quienes planeaban envenenarlo. De inmediato, Mordejai comunicó esta noticia a Esther, quien a su vez advirtió al rey sobre el complot de sus siervos. Descubierta la conspiración, los infieles servidores fueron condenados a muerte, y Ajashverosh ordenó dejar constancia en el libro de sus crónicas reales que Mordejai había salvado la vida del rey.


"Después de estos sucesos, el rey Ajashverosh engrandeció a Hamán ..." (Meguilat Esther 3:1)

El rey Ajashverosh nombró a Hamán como Primer Ministro, e impuso una orden que estipulaba que todos los miembros del palacio debían inclinarse ante él. Todos lo miembros en el palacio se inclinaban ante Hamán, pero Mordejai se negaba.


"Entonces dijo Hamán al rey Ajashverosh: Hay un pueblo ..." (Meguilat Esther 3:8)

La negativa de Mordejai despertó el odio de Hamán, no solamente hacia él sino también hacia todos los judíos. Por eso elaboró un plan para exterminar a los judíos residentes en el reino, con el argumento de que éstos se mantenían apartados de toda la sociedad, vivían, comían y bebían apartados, y no se casaban con las hijas de los nativos. Fue así que el rey autorizó que Hamán ejecute su malvado plan y, sin demora, llamó a los escribas reales y les ordenó preparar el decreto para enviarlo a todas las provincias del reino.


"Y Mordejai supo todo lo que había sido hecho ..." (Meguilat Esther 4:1)

Mordejai tuvo un extraño sueño. El profeta Eliahu se le apareció en sueños y le reveló el proyecto del malvado Hamán.

Cuando despertó, rasgó sus vestidos en señal de duelo e informó la mala noticia a los judíos de la ciudad, quienes ya sabían que estaban condenados a morir el decimotercer día del mes de Adar.

Mordejai hizo llegar la noticia a la reina Esther, afirmándole que ahora había llegado el momento de revelar al rey su nacionalidad y suplicarle la salvación de sus leales súbditos judíos.


"Y Esther dijo... vé y junta a todos los judíos... y ayunad por mí ..." (Meguilat Esther 4:15-16)

Así imploró Esther que todos los judíos, jóvenes y ancianos por igual, ayunen y oren por tres días. El destino del pueblo de Israel estaba en la balanza... Mordejai dispuso prontamente el ayuno y todos los judíos del reino lo acataron.


"Y aconteció que, al tercer día, Esther vistió su vestimenta real..." (Meguilat Esther 5:1)

Durante los tres días de su ayuno Esther oró a Di-s para que se le otorgara el éxito en su intento de salvar a su pueblo. Al tercer día, se dirigió a la cámara real. El rey divisó a Esther en la entrada; su semblante reflejaba palidez, pero algo en su rostro le hacía parecerse a un ángel. El rey le preguntó qué le perturbaba y, considerando inoportuno el momento de informarle sobre su pedido, la reina lo invitó a un banquete junto con su Primer Ministro, Hamán.

Cuando el rey y Hamán hicieron su aparición en el banquete y el soberano le preguntó nuevamente cuál era su deseo, Esther aún consideró que el momento no era oportuno para su petición, invitándolos a un segundo banquete que se realizaría en la noche siguiente, prometiendo revelar su deseo en esa ocasión.


"Aquella noche el rey no pudo conciliar su sueño ..." (Meguilat Esther 6:1)

Nadie durmió esa noche. Mordejai y el resto de los judíos elevaban sus plegarias al Todopoderoso; Esther estaba atareada en la preparación del banquete. Tampoco Hamán dormía, dedicado a erigir la horca para Mordejai.

Sólo el rey dormía apaciblemente, pero despertó súbitamente y ya no pudo conciliar el sueño. Una grave sospecha nació en su corazón: "¿Por qué invitó Esther a Hamán al banquete?". Pidió entonces, que se le trajera el libro de las crónicas reales y que le leyeran los últimos acontecimientos que habían ocurrido en el palacio.

Al abrir el libro, apareció lo sucedido cuando quisieron envenenar al rey, relato en el cual se destacaba la acción de Mordejai. En ese instante, entró Hamán y el rey le preguntó que habría de hacerse con el hombre al cual el soberano deseaba honrar, a lo que respondió el perverso ministro que se debería ataviar a esa persona con las vestiduras reales, hacerlo lucir la corona del rey y permitirle cabalgar por las calles de la ciudad montado en el caballo real. A ésto, Ajashverosh respondió: "Apresúrate, y has todo según lo mencionado, con Mordejai".


"Y Hamán fue corriendo a su casa apesadumbrado y desgraciado..." (Meguilat Esther 6:12)

Hamán emprendió la búsqueda de Mordejai para cumplir con el deseo del rey, paseándolo luego por las calles de la ciudad con las vestiduras reales sobre el caballo del rey.

Al ver los judíos lo que ocurría con Mordejai, se alegraron y comenzaron a ver la realización del milagro que tanto esperaban. Al regresar al palacio, Hamán se apresuró para concurrir al banquete de Esther.


"Y así colgaron a Hamán en la horca que había hecho aparejar para Mordejai..." (Meguilat Esther 7:10)

Ajashverosh concurrió al banquete de la reina y le preguntó nuevamente cuál era su pedido. Esther respondió que ella y su pueblo estaban en peligro por causa de Hamán. Al enterarse del terrible designio, el monarca mandó colgar al traidor Hamán en la misma horca que había sido preparada para Mordejai.


"Establecieron y aceptaron los judíos sobre sí y sobre su simiente... celebrar estos días... cada año" (Meguilat Esther 9:27)

El rey Ajashverosh nombró como Primer Ministro a Mordejai en lugar de Hamán. Debido a que los decretos no podían ser anulados, se emitió un nuevo documento paralelo al anterior, que otorgaba a los judíos el derecho de defenderse de sus enemigos en caso de ataque.

Cuando llegó el 13 de Adar, día en que los judíos debían ser ejecutados por Hamán, éstos se reunieron en las plazas públicas de todos los pueblos en que residían, capturando y ejecutando -por edicto real- a todos sus perversos enemigos.

Y aunque el 14 de Adar los judíos de Shushán seguían ajusticiando a los enemigos, los demás judíos -que vivían fuera de la mencionada ciudad- festejaban con alegría la milagrosa victoria.

Desde entonces, el decimocuarto día del mes de Adar fue consagrado como la festividad de Purim, para conmemorar el gran milagro de la salvación de nuestro pueblo.

Los judíos que vivían en las ciudades amuralladas como Shushán consagraron el decimoquinto día de Adar como día festivo, y es lo que hoy llamamos Shushán Purim. Así como se comprometieron a observar el Taanit Esther (Ayuno de Esther) el día 13 de Adar, o sea en la víspera de Purim, para conmemorar los ayunos y oraciones de los judíos de aquel momento histórico y emular su arrepentimiento hacia el Todopoderoso.